Dios te hizo hombre para mí.
Te admiro desde lo más profundo
de mi subconsciente,
con una admiración extraña y desbordada
que tiene un dobladillo de ternura.
Tus problemas, tus cosas
me intrigan, me interesan
y te observo
mientras discurres y discutes
hablando del mundo
y dándole una nueva geografía de palabras
Mi mente está covada para recibirte,
para pensar tus ideas
y darte a pensar las mías;
te siento, mi compañero, hermoso
juntos somos completos
y nos miramos con orgullo
conociendo nuestras diferencias
sabiéndonos mujer y hombre
y apreciando la disimilitud
de nuestros cuerpos.
1 comentario:
Amiga, la mujer es un ejemplo a seguir, pero a veces sus sentimientos se convierten en pasión, y sus caminos se hacen autopistas.
Amiga, precioso tu razonamiento, que debería hacerse universal.
Un abrazo y felicidades.
Jecego.
Publicar un comentario