Vi una niña muy enfermita,
algo mio;
supe luego que la nena
se moría.
Cuando vi a la nena aquella
su cabeza aún era bella.
Quiero verla siempre así,
viva y guapa cual la ví.
Fue por eso que la huía
cuando supe que moría.
No te aflijas, madre amante,
que si Parca
de su marca
puso cera en el semblante
de tu niña,
yo, poeta, la recuerdo
tan hermosa
cual la rosa
en la campiña.
...................
No me apeno por su ausencia;
vive siempre en mi recuerdo,
y la ruta de su gloria
no la pierdo,
pues la trazo yo el camino,
y la sirvo yo de guía,
y la asciendo a lo divino
de mi rica fantasía.
Si en el cielo yo creyera,
en el cielo la pusiera
sobre nubes sonrosadas,
y de mí las más amadas
albas flores,
cernerían por su frío
rostro gotas de rocío.
..................
1 comentario:
Amiga Náyade, En este poema has dicho una de las verdades que no admiten dudas, "solo muere lo que se olvida".
Gracias por compartir, recodar es volver a vivir.
Un abrazo amiga, gracias por todo lo que nos regalas con tus letras y tu música.
Jecego.
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