Entré en la selva
de los relojes.
Frondas de tic-tac,
racimos de campanas
y, bajo la hora múltiple,
constelaciones de péndulos.
Los lirios negros
de las horas muertas,
los lirios negros
de las horas niñas.
¡Todo igual!
¿Y el oro del amor?
Hay una hora tan sólo.
¡Una hora tan sólo!
¡La hora fría!
2 comentarios:
Amiga Náyade; me alegra tu continuidad, habla mucho de tí
Este poema de Garcia Lorca, no lo conocía.
Gracias por estár ahí, tu presencia enriquece nuestros caminos.
Un abrazo.
Jecego.
Precioso este blog. Te aplaudo el gusto que tienes y el arte que le pones. Te felicito.
Un placer estar en este espacio.
Saludos.
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