Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
2 comentarios:
Amiga Náyade.
Espero que la paz haya restablecido tus fuerzas perdidas por la ausencia de tu tio.
Este poema es hermoso.
Feliz vuelta.
Un abrazo amiga.
Jecego
un abrazo! hermoso poema nos traes hoy.
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