De terciopelo y seda era su cuerpo,
Pero no lo vio nadie.
Le enseñaron ya desde pequeña,
a trabajar muy duro y no quejarse.
…Los hijos le vendrán sin desearlos,
sin desear a nadie.
Y seguirá cosiendo y cocinando.
Es su deber. No lo discute nadie…
La enseñaron a ser el pan que se cocina,
la mesa que se pone, la ceniza que arde,
y así vivió su triste y corta vida,
ignorada e ignorante…
Un día se durmió en la vieja mecedora.
…Sin haber florecido.
Marchita ya la tez, marchita el alma.
Como tantas mujeres innombrables.
De terciopelo y seda fue su cuerpo
y no lo supo nadie.
Poesía es hablar con el corazón en la mano,
TERCIOPELO Y SEDA
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1 comentario:
Amiga Náyade.
Tu poema relata soledad. Pero nadie está solo del todo si se mira al espejo, sonrie y está orgulloso de lo que ve en él.
Un abrazo amiga.
Jecxego.
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