
Queridísimo amigo, mi alegría:
sepas que eres mi solo pensamiento,
y que tu dulce forma ni un momento
deja de estar en la memoria mía.
Codiciándote paso todo el día,
tú eres mi ambición y mi sustento,
desearte a la vez es alimento
y es alivio de mi melancolía.
Para mi ardor no hallo refrigerio
y me consumo por nuestro adulterio,
como Ginebra en el poema artúrico.
Da a mi cuerpo tus lánguidos abrazos
porque quiero morirme entre tus brazos,
queridísimo amigo barbitúrico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario