
¡ Oh,
dulce mujer de la India,
de la Pampa embelesada,
mujer indígena...,aborígena,
en la selva..., como paria envejecida ! ,
tus derechos son inmensos
con voces de eternidad clara,
sueños maltratados, triturados, violados
rondan nocturnos por tu lecho abierto,
mientras en la campiña y altas montañas
se alojan libres animales,
en ciudades y cabañas
violan, matan a montones
esos altivos herederos de nobles caníbales.
¿ Quiénes son ?
son excrementos humanos,
dispersados por la luna
con su esqueleto de arena blanca,
son parásitos aislados
de su religión y creencias
dando paso a violencias
odio y envidias
al otro género humano y despreciado.
Primero....,
te adoran como mujer y don material
pero cuando encuentran la libertad y el refugio,
se apoderan de tu cuerpo engalonado,
te apedrean en sus muros,
balanceando tus pechos
como ramas ahogadas del viento,
son panteras saltando ríos,
elefantes y hasta hienas,
mordiendo con sus agallas
hasta la piel de jóvenes y niños,
lobos nocturnos,
en grupos perdidos o aislados,
buscando la presa
sea una mujer sin rasgos o una niña nociva.
El prefecto de la vega
con su sonrisa de fiera
se oculta bajo ese paño o manta llorona
que llevaba la Virgen Magdalena,
sufrimientos llevando su Cruz,
y el Viacruces en su aurora
siguiendo a la muerte se acercan
esas mujeres de guerra,
¡ ni la ley amparadora
ni los dioses que las besan,
buscan el dolor y la angustia
de unas pobres sin defensa !,
cuando salen del capullo
como mariposas volando,
piedras caen por los desfiladeros
hasta que el sol
quema sus alas..., o las mata en su vuelo,
amparada por la luz
negra se pone su sangre,
bastones de bronce y de cuero
cubren su cabeza roja.
Canción del Guadalquivir,
sombra que cubre tu alma,
en los cielos tocarás
una rondalla
a tus compañeras en nuestro planeta.
¡ Mujer líbrate del yugo,
levántate y toca
ese instrumento que tú llevas,
en tus pechos, en el bazo...,
para que los hombres te oigan,
te comprendan,
te aprecien,
se deleiten...,
con su armonía de gloria !
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